La cirugía laparoscópica representa uno de los grandes avances de la cirugía en el siglo XX al poder realizar las mismas intervenciones que en cirugía abierta pero evitando grandes heridas quirúrgicas.
Consiste en la realización de unas pequeñas incisiones ( 3-5 mm) en la piel a través de las cuales se introducen los instrumentos para trabajar y una lente que nos ofrecerá la visión del interior del abdomen.
Requiere una formación especializada en cirugía laparoscópica por parte del cirujano para poder efectuar las intervenciones con garantía y sin complicaciones. Como se realizan incisiones muy pequeñas el dolor del niño en el postoperatorio es mucho menor, y por lo tanto la recuperación es mucho más rápida. También al disminuir el tamaño de las heridas, disminuyen las complicaciones derivadas de las mismas como infección, eventración o hernias. Todo ello se traduce en un mejor resultado estético, sin apenas cicatrices.
En algunos casos la cirugía laparoscópica se puede realizar a través de una única incisión. Este tipo de cirugía laparoscópica se denomina puerto único ( Single Port) y se introduce todo el material a través de una única herida umbilical. Se emplea el ombligo porque es una cicatriz natural y en este caso el resultado estético es inmejorable, ya que no queda ninguna cicatriz visible. Es una buena opción cuando es necesario extirpar un riñón (nefrectomía). Otra de las ventajas de la laparoscopia es que al manipular menos los tejidos, y al hacerlo con pinzas más finas disminuye el riesgo de adherencias entre los tejidos.
Son muchas las patologías urológicas que pueden ser susceptibles de reparación por laparoscopia: desde el testículo no palpable ( criptorquidia) hasta la estenosis de la unión pieloureteral, nefrectomías o heminefrectomías entre otras.
